Sergio Mora
ILUSTRADOR
       De niño, Sergio prefería quedarse en casa dibujando, por lo que, entre sus amigos, tenía fama de “raro”. A diferencia de la mayoría, y a pesar de tener un padre aficionado al deporte que quería que se realizara deportivamente, a él no le gustaba el fútbol. Esto no fue un impedimento para crecer con normalidad, alimentando mundos de creación altamente creativos y fantasiosos y desarrollando una gran capacidad para explorar y representar mundos oníricos lo que, con el tiempo, se convirtió en el universo simbólico, en la marca, de un artista experimentado que disfruta al narrar para adultos sin dejar de ilustrar con su corazón de niño.
Texto St Xavier Octavius
Photo Kiril Chakhnazarov
"…Barcelona es, aparte de la ciudad donde nací, un espacio pequeño pero cosmopolita y multicultural…"

Calle Tallers - Raval 
"…Me gusta pensar que el arte es una persecución de algo imposible de alcanzar. Lo más importante es mantener la llama encendida, eso me obliga a permanecer siempre en un conflicto creativo…"

     Sergio Mora, como sus manifestaciones artísticas, es multifacético e imprevisible. Su arte se percibe como ilimitado. Nos invita así a un viaje mágico, casi iniciático, más allá de los cinco sentidos. Ilusionismo, magia, romanticismo, ingenuidad, humor pero también, erotismo, mordacidad, ironía y mucha metáfora. A pesar de no ser un amante de las etiquetas, sus rasgos tan característicos, recurrentes y definidos le convierten en autor de un discurso que nos ayuda a comprender cómo, a partir de realidades a priori intrínsecas, mágicas, maravillosas y fantasiosas, se puede vehiculizar un lenguaje universal que transforme esas realidades íntimas en universales y atemporales, en clásicos. Sergio Mora ilustra de corazón a corazón y nos encandila y emociona con esa capacidad para vehiculizar cuestiones existenciales e incluso trascendentales con una ingenuidad natural que amortigua cualquier dolencia y nos anima a reflexionar sin agobios.

¿Cómo te defines artísticamente y por qué? Siempre que me preguntan esto respondo lo mismo porque no me gusta definirme, creo que hacerlo sería mi muerte como artista, una especie de game-over y prefiero seguir jugando. Pienso que el arte debe permanecer en continua evolución y cuando algo se delimita tomando una forma demasiado cerrada o definitiva se convierte en otra cosa, para mí ya no es arte, sino un simple producto de consumo sin alma. En mi opinión, lo más importante es mantener siempre la llama encendida y eso me obliga a permanecer siempre en un conflicto creativo. Me gusta pensar que el arte es una persecución de algo imposible de alcanzar, imposible de sostener, me hace seguir caminando, es como un viaje a ninguna parte, un viaje imposible.

¿Con qué frase definirías mejor tu universo artístico? “Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar” La frase de Antonio Machado resume la actitud con la que me enfrento al camino artístico. No puedo saber cómo será mi trabajo dentro de cinco años porque no sé qué experiencias voy a tener ni  cómo esas experiencias me afectarán a mí y a mi trabajo. De todas formas, si tengo que aferrarme a un tronco, para tratar de definir mi universo simbólico de trabajo, diría que ahora mismo me gusta moverme cerca de la frontera entre humor y poesía. También valdría la famosa frase de Bruce Lee Be water, my friend.

¿Qué te sugiere la frase “por arte de magia”? Una frase reversible, porque la magia es un arte y el arte es magia. Hace años empecé a firmar mis cuadros con el pseudónimo “Mágicomora”. Me gusta pensar que el mero hecho de estar vivos es algo completamente mágico. Y que, a veces, igual que cuando pintamos un cuadro, debemos tomar distancia para ver la realidad, o lo cotidiano desde otro ángulo, para poder apreciar lo que estamos haciendo, o lo que estamos viviendo...



¿Qué crees que aportas artísticamente? Un punto de vista más. Quizá, una obsesión recurrente en mi trabajo, que también se puede relacionar con la magia y la alquimia, es el hecho de tratar de unir conceptos opuestos, trabajar conjugando contradicciones. En realidad, creo que es una obsesión por resolver conflictos, ya sean formales o conceptuales. Trato de enfrentarme a certezas poniéndolas en cuestión, colocándolas de alguna forma armónica frente a sus antagónicos.

¿Más allá de lo onírico, lo fantástico o lo surrealista, hay lugar para las tendencias sociales en tu obra? La sociedad se puede observar desde un punto de vista surrealista o fantástico. Es tan sólo un punto de vista que trata de tomar distancia. Pero todo se enraíza siempre en la realidad. Creamos a partir de la información que tenemos dentro, combinándola y haciendo nuestro propio cóctel, nuestro propio Frankenstein.

¿Cuál es la obra que más satisfacciones te ha dado y por qué? En realidad lo que me da satisfacción es la suma de todas ellas, el recorrido... Aunque, si tengo que quedarme con una, sería el cuadro “La cuadrilla caníbal”. Me parece que es una obra con muchas puertas de entrada y un laberinto poético dentro, cargado de mucho misterio. Me gusta el equilibro entre poesía y humor de ese cuadro. Como artista, encontrar ese equilibrio es lo más importante para mí. A ese equilibrio lo llamo “el tono”. Conseguir el tono adecuado, para mí es lo más complejo.

¿Cuál crees que es tu obra que mejor representa el tiempo en que vivimos y por qué?La obra de la que te hablaba antes. Se titula “La cuadrilla caníbal” y creo que el “canibalismo” es una práctica muy del tiempo en que vivimos, donde cualquiera se tira al cuello del que tiene al lado. En cualquier caso, trato de crear sin estar demasiado atado a un tiempo y a un espacio, quiero tratar temas universales o comunes a cualquier sociedad. El Steampunk y el Retrofuturismo hacen convivir distintas épocas, lugares o realidades en una misma imagen, eso me interesa porque es una especie de búsqueda de lo infinito, de una idea de plenitud y yo me encuentro en ese punto. Hablo del peligro de las supuestas verdades absolutas, de un pensamiento cerrado, de los prejuicios, interrogo sobre el concepto de fronteras, de identidad, del individuo frente a la masa, de límites, de las peleas interiores y exteriores. En realidad siempre hablo de “el conflicto”, el conflicto de estar vivo. Sin conflicto no hay película. El conflicto es lo que nos une.

¿Crees que España rima con arte contemporáneo? No, porque una palabra acaba en “aña” y la otra en “áneo” (risas). Creo que en España pasan muchas cosas a nivel artístico pero las instituciones no absorben el arte emergente. A los museos nunca llega lo que está pasando ahora sino lo que ya está asimilado. Lo que está muy bien, pero quizás las instituciones también deberían mirar lo que está pasando aquí y ahora y acercarlo al gran público. Aunque lo que suele suceder es que se mire siempre afuera y al pasado. No hay riesgo.

¿Los artistas españoles son más de generar o de adaptar tendencias? En este último caso, ¿podrías identificar alguna? Todos adaptamos algo anterior siempre, en España y en cualquier país. No se puede crear de la nada, a no ser que seas Dios. A mí me han enmarcado dentro del surrealismo pop, pero esa etiqueta no me la he puesto yo. También me identifico con el folk, el retrofuturismo, el steampunk, el realismo mágico o el metarrealismo. A una misma cosa le puedes poner distintas etiquetas, pero para mí eso no es tan importante. Creo que los artistas no generan tendencias, los artistas hacen “lo que les sale”. Las tendencias las crea el público, “el gusto” o el criterio de la gente. Yo soy de los que piensan que las ideas están en el aire y el aire lo compartimos todos. Las tendencias artísticas se generan como una respuesta natural a la realidad social. Todos creamos a partir de lo que vemos y lo que sentimos.

¿Crees que la palabra tendencia se puede emparentar con la expresión “pensamiento único”? Vivimos hipercomunicados e hipersaturados de información. Hay millones de tendencias moviéndose al mismo tiempo, vivimos tiempos revueltos y “todo” es tendencia, lo que es muy caótico, pero también muy interesante. Creo que nos dirigimos a la búsqueda de lo que es un nuevo concepto de “individuo”, con pensamiento propio. La mayoría de las personas tenemos el mismo conflicto. No queremos sentirnos solos. Queremos sentirnos parte de algo, pero no queremos sentirnos juzgados por “el equipo contrario”. Creo que el cambio de paradigma pasa por aprender a sentirnos parte de “un todo”, tener una mirada más amplia. Todos estamos en el mismo barco.

¿Cómo defines Barcelona? Barcelona es, aparte de la ciudad dónde nací, un espacio pequeño pero cosmopolita y multicultural. La puedes recorrer a pie y mientras lo haces tienes la sensación de estar dando la vuelta al mundo. En ella conviven gentes de todas partes y eso me encanta.

¿Barcelona inspira a un artista surrealista? Claro, es un lugar bastante surrealista y absurdo. Además en Barcelona hay conexión a internet, televisión, cines, librerías… no tienes por qué limitarte a las fronteras de la ciudad. A pesar de eso, Barcelona es un lugar inspirador porque concentra mucha energía gracias a la gran densidad de población, pero creo que debemos dejar de pensar tanto en las fronteras que dan nombre a un lugar o a otro, son conceptos abstractos que han tomado una forma demasiado fundamentalista.

¿Qué es lo que más y lo que menos te agrada de la ciudad? Lo que más me gusta es que, como vivo aquí, tengo a mano a gente a la que quiero (que es gente de todas partes). Y con el tiempo he encontrado lugares donde me siento bien y con los que me identifico. Lo interesante es que hay muchas “barcelonas” y para todos los gustos. Lo que no me gusta es que se está convirtiendo en un parque temático, todo está prohibido, todo es como un escaparate proyectado hacia fuera, sin pensar en el día a día de la gente que vive aquí. A veces da la sensación de que, en unos años, sólo estará habitada por turistas. Eso puede provocar que en un tiempo sea una ciudad sin personalidad. Además, cada vez es una ciudad más politizada, hasta el punto de contaminar tanto el ambiente que se hace cada vez más irrespirable. Me desagrada la raza política que contamina y perturba la buena convivencia. Pero, a pesar de esto, Barcelona me parece una ciudad genial.